La ejecución del plan

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Después de deambular durante un largo rato por las lluviosas y nubladas calles de Manchester llego a mi pequeño hotel. Atravieso el hall dejando un rastro de agua y desesperación y subo por las viejas escaleras que chirrían a mi paso hasta mi humilde habitación. Puede ser que este tugurio sea el último sitio donde duerma en mi vida, y lo más triste es que es más agradable que mi maldito piso en Londres. Nunca me gustó, pero desde que la UKCAF tomó el poder tengo peor recuerdo de ese maldito piso que de la consulta del urólogo.

Me siento en una pequeña silla que mira hacía la ventana, y mientras las gotas de lluvia chocan contra el cristal intentó abrir la carta que Yasin me dio en el bar con mis dedos temblorosos. La saco de del sobre de color mostaza y empiezo a leer su contenido:

«Mi querido señor Peters, aunque ya le expliqué a grandes rasgos en qué consistía el plan, en esta carta le doy algunos detalles que serán cruciales en el devenir de la misión. A las 8 en punto de la mañana se despertará y se acercará hasta el domicilio del jefe Harrelson para dejarle cuidadosamente en el buzón unas fotos del señor Assange convenientemente sacadas para la ocasión —le adjunto la dirección y las fotos dentro del sobre—. Después regresará a su habitación de hotel donde aguardará hasta las 9 que es cuando el jefe Harrelson suele recoger el correo de cada día. Le llamará exactamente a las 9:10 —le adjunto el teléfono también— y le dirá que  usted es el autor de las fotos y que tiene bajo custodia al perseguido por todos Julian Assange. Le venderá la historia de que ha conseguido acercarse a Julian haciéndose pasar por un rebelde. Qué ironía ¿verdad? El jefe debería tragarse el anzuelo gracias a las fotos, a su exacerbada ambición y a la buena actuación por su parte que incluirá recordarle su encuentro de antaño en Londres, donde casi le encarcela por cuestionar sus métodos. Le dirá que la experiencia de aquel día le hizo ver la luz y trabajar con firmeza para UKCAF. No se preocupe por la llamada, ya nos hemos ocupado de que no quede registrada. Dígale que quiere entregarle a Julian, pero que sólo lo hará si le recibe en sus dependencias de la sede central de la UKCAF (desde ellas hay un acceso fácil a node01). Ya que lleva años siguiendo esta línea de investigación no le va regalar todo este trabajo sin conseguir nada a cambio. Le convencerá de que tiene que vender la historia para conseguir un ascenso para ser jefe de toda la sección de UK News Center. También le recordará al jefe Harrelson que el beneficio para él es evidente ya que esto puede ser el último empujón que necesita para su carrera y a sus aspiraciones de entrar a formar parte de la cúpula de las UKeyes. La puesta en escena debe ser la adecuada para los intereses de ambos.

Suponemos que la codicia y la falta de ingenio y escrúpulos por parte del señor Harrelson serán suficientes para que salga todo según lo planeado. Una vez haya concertado la cita deberá subirse a un viejo Toyota Corrolla de color blanco que estará convenientemente aparcado delante de su hotel. Las llaves estarán puestas encima de la rueda trasera izquierda. Tenga en cuenta que el coche tiene una pequeña sorpresa en su interior: consta de un falso suelo en la parte del maletero que servirá como escondite para el señor Larry Page. El señor Page irá en el falso maletero mientras el señor Assange irá en el de verdad, convenientemente amordazado y atado de pies y manos para que parezca todo más creíble. Con este coche deberá recoger a Larry y a Julian en la puerta de Mac Devitt’s. Una vez estén los tres en el Corolla se dispondrá a acudir a la cita con Harrelson en la sede de la UKCAF en Manchester. Cuando lleguen allí deberá pasar el control sin que detecten que Larry ni Julian se encuentran en el coche. Debería ser fácil, ya que Harrelson querrá todo el crédito por capturar a Julian y habrá dado instrucciones para dar vía libre al Corolla en el control de entrada. Muéstrese relajado cuando se encuentre con Harrelson. Le hará aparcar en algún sitio poco visible para poder sacar a Julian, lo cual aprovecharemos también para que Larry pueda salir del maletero sin llamar mucho la atención. No se preocupe por la posición en la que aparquen, la CIA ha cubierto todas las posibilidades ya que lleva estudiando el terreno y las rutinas de Harrelson con satélites espía desde hace bastante tiempo. Su misión acabará en ese momento. A partir de ahí el señor Assange y el señor Page tomarán el control y usted acatará sus instrucciones.

Relea esta carta las veces que sea necesario, pero quémela una vez tenga todo claro. No podemos dejar pistas de ningún tipo.»

Después de leer esto me dirijo al baño y con una cerilla quemo la carta en el lavabo. Me miro en el espejo durante unos minutos para tomar conciencia de que todo esto es real. Respiro profundamente y vuelvo a la habitación. Pongo la alarma a las 8 en mi viejo reloj casio de muñeca y me desplomo sobre el roído colchón perdiendo el conocimiento. No parecen haber pasado ni cinco minutos cuando un sonido familiar me despierta. Es mi viejo reloj que rompe el silencio de la habitación con su pip-pip…pip-pip característico. Me despierto agitadamente, apago la alarma y me pongo mi desgastada ropa. Cojo las fotos que estaban dentro del sobre y me dirijo hacía la casa del jefe Harrelson. Esta cerca, unas cuantas manzanas a pie, debería llegar sobre las 8:20 como muy tarde.

Aunque estamos en junio, la tormenta de ayer hizo bajar la temperatura. Un termómetro en una parada de autobús indica 15 grados celsius. Podría ser peor, al menos ahora no llueve y no hay ni gota de viento, sin embargo las oscuras nubes siguen amenazantes en el cielo. Sin darme apenas cuenta me he plantado en la casa de Harrelson y deposito las fotos con cuidado en el sobre. Vuelvo a mi habitación de hotel y espero sentado contando los minutos hasta las 9:10. Cojo el teléfono con mano firme y realizo la llamada. Como era de esperar el jefe pica el anzuelo. Su estupidez mezclada con sus ansias de triunfo hacen caer en la trampa al hipopótamo del jefe Harrelson y me da vía libre para visitarle en una hora en sus dependencias de la sede central. Aliviado por completar la primera parte de la misión sin sobresaltos bajo hasta la entrada del hotel y rápidamente encuentro el Corolla. Me agacho para recoger las llaves de la rueda trasera izquierda y me dispongo a ir hacía mi querido bar de siempre para recoger al resto de la banda. Es extraño saber que a cada uno de nosotros se le ha dado un sobre con instrucciones distintas. Quién sabe cómo acabará el día.

Una vez llego al viejo bar y tras los saludos de rigor conduzco a Larry y a Julian al callejón trasero donde tengo aparcado el coche. Abro el maletero y sin mediar palabra introducimos a Larry en el doble fondo. En el maletero se encuentra una bolsa con bridas. Julian me dice que debo atarle y coge una pidiéndome que se la apriete alrededor de las manos a modo de esposas. Una vez puesta Julian hace un poco de fuerza y la brida cede. Me dice que las bridas están trucadas a propósito para poder liberarse fácilmente. Tras este pequeño test  le pongo bridas en pies y manos y una mordaza en la boca y le ayudo a entrar en el maletero. Antes de cerrarlo nos quedamos mirando y me río de manera sombría. Julian dedicó su vida antes de esto a que la información fuese libre, y a destapar sucios secretos de los gobiernos. Y aquí le veo, amordazado y atado de pies y manos en un maletero de un viejo coche en un callejón de mala muerte. Es como poco irónico que su rol para salvar el mundo sea este. Julian entorna los ojos entendiendo mi risa. Cierro el maletero y me pongo al volante.

Hay una distancia aproximada de 20 Km hasta la sede de la UKCAF pero a mí se me hacen como si fueran 10.000. Es lo que tiene tener más miedo que un hámster en la jaula de una serpiente, que distorsionas la realidad. La sede se encuentra al sudeste de Manchester, en el Kinder Scout National Nature Reserve, enclavado en una presa que abastece con energía hidroeléctrica las necesidades del complejo. Desde que dejas atrás el pueblo de Glossop y entras en la carretera que atraviesa la reserva natural los controles de seguridad son constantes. Sin embargo mi acreditación de UK News Center me deja pasarlos sin problemas, al ser controles de seguridad comunes. El problema llegará al intentar entrar en el perímetro del complejo, el cual se me anuncia en una desviación a 500 metros a la izquierda. Son las 10:08 y la cita es a las 10:10. Todo marcha según lo planeado.

Giro en el desvío y tras otros 500 metros llego a la entrada. Me doy cuenta que me estaban esperando. Me acerco a la ventanilla de acceso y le digo al vigilante que soy Parker y que traigo un regalo para el señor Harrelson. Acto seguido se abre la gran barrera que cierra el acceso al complejo y tras conducir unos pocos metros observo la estúpida cara del jefe, que me espera apoyado en un Land Rover aparcado al borde de la carretera. Está claro que el jefe ha llegado hace poco y que en su ansia había decidido esperarme justo al pasar el control. Como si fuera Papa Noel y le trajera el regalo de moda. Me paro a su altura y bajo la ventanilla.
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Harrelson: ¿Qué tal mi buen amigo Peters? No creí que tu presencia pudiera hacerme tan feliz —Valiente estúpido, como el plan salga bien este acabará en el río Mersey devorado por los cangrejos—. ¿Qué? ¿Fue fácil la cacería o tuviste problemas?

Parker: Ningún problema, todo ha salido todo según lo previsto.

Harrelson: Y bien, ¿dónde está mi chico favorito?

Parker: En el maletero.

Harrelson: Si no te importa voy a echarle un ojo, quiero disfrutarlo —El torpe orangután rodea el coche para abrir el maletero. Al encontrar a Julian amordazo y atado empieza a dar botes de alegría cual estúpida colegiala—. Gracias a ti Parker, llegaré donde me merezco —A dormir con los peces, sí. Como Luca Brasi—.

Parker: Vamos Harrelson, no es usted el único ansioso por recibir su recompensa. Vayamos a un sitio más discreto —Una vez el gordinflón acaba con sus alardes de alegría sube al asiento del copiloto dejando su Land Rover y empieza a darme indicaciones durante unos cinco minutos. El lugar no es precisamente pequeño: dejamos a la derecha una presa que un cartel identifica como «Derwent Dam» y recorremos una serie de sinuosos caminos—.

Harrelson: Aparca el coche ahí, el resto del camino es a través de un túnel que conecta con la prisión del complejo. Allí tengo mis dependencias. Vamos a sacar del maletero al premio gordo jejeje.

Realmente es un sitio tranquilo y apartado, rodeado por vegetación, y que parece una zona de almacenaje donde no hay gente. La entrada a la prisión es una especie de túnel de servicio poco transitado, así que aparco donde me indica y me bajo. Harrelson desciende ansioso y saca a Julian bruscamente del maletero para arrastrarlo como si de un saco de patatas se tratase hasta la puerta de seguridad que da acceso al pasadizo. Marca una contraseña en el teclado numérico y entramos al túnel. Mientras se cierra la puerta de seguridad observo el viejo Toyota blanco con la esperanza de que a Larry le vaya bien en su cometido. Más nos vale o si no todo el plan habrá sido inútil. No sé qué hacer a partir de este momento, todo depende de Julian y de lo que Yasin tenga planeado para él y para Larry en esta historia. Harrelson corta con una navaja la brida de los pies de Julian y le permite andar. Sin embargo sigue con la mordaza y las manos atadas tras la espalda. Caminamos durante unos minutos hasta que de repente vemos el otro extremo del túnel.

Harrelson: Tengo que admitir que en un primer momento todo parecía un farol y que tendría que darte un buen castigo por hacerme perder el tiempo Parker, pero he de reconocer que al final va a ser productivo para ambos. Está claro que nuestro antiguo encuentro recondujo tu vida.

Cuando llegamos a la altura de la puerta, Harrelson se para para introducir la combinación de seguridad. Julian aprovecha para deshacerse de la brida de sus manos sin hacer ruido. En un movimiento rápido y cuando Harrelson termina de introducier dígitos y la puerta se abre, Julian le inyecta en el cuello una ampolla de líquido transparente que llevaba cuidadosamente camuflada en el pelo. Esto hace caer a plomo a Harrelson. Me quedo helado como si me introdujeran oxido nitroso en la espina dorsal. Julian se quita la mordaza y me sonríe.

Julian: Tranquilo, ahora me toca a mí. Dejemos al gordo en el pasillo, con suerte pasarán horas hasta que alguien lo encuentre. Sígueme —Cerramos la puerta de seguridad tras nosotros y observo con nerviosismo a Julian. Le veo sacar un móvil y teclear un par de cosas. Se lo vuelve a guardar. ¿Qué tendrá en mente para sacarnos de aquí con vida? De repente Julian se dirige con premura hacia una pequeña abertura en el suelo de la gran habitación en la que nos encontrábamos—. ¡Por aquí!

Parker: ¿Por qué no tenía constancia de que ibas a dejar K.O. a Harrelson?

Julian: Ninguno sabemos qué papel tienen los demás en esta historia. Está planeado así por si capturan a alguno y le torturan para sacar información. Y además todos en el grupo sabemos que te alteras con facilidad y era mejor mantenerte al margen —Nos reímos—. Debo añadir que tú ya has hecho tu trabajo y quiero destacar que con gran éxito —Esbozo una sonrisa mientras cierro la trampilla sobre nuestras cabezas—.

Aunque tarden horas en encontrar al jefe Harrelson no tardarán mucho en echarle de menos. Su Land Rover aparcado a la entrada es sospechoso, y alguien preguntará tarde o temprano. Atravesamos varios metros arrastrándonos por los túneles subterráneos hasta que llegamos a una abertura que lleva cerca de una zona del gran embalse que abastece a todo el complejo de la UKCAF.

Julian: Espero que Larry este bien. Según mis instrucciones no debería tardar más de diez minutos y deberíamos encontrarnos aquí. Si en ese tiempo no ha aparecido debemos marcharnos —La espera se ve interrumpida por el sonido de una sirena a modo de alarma. Algo ha salido mal—.

Parker: ¿Y ahora qué Julian?

Julian: Debemos correr hasta la entrada de la presa. Según mis cálculos hay unos 300 metros hasta allí. No podemos esperar a Larry o nos exponemos a ser capturados. Una vez lleguemos a la presa te indicaré dónde nos sumergiremos. A unos cinco metros de la superficie hay una antigua abertura que da a un pasadizo que nos servirá de ruta de escape. Toma este juguetito, es un respirador con gafas y luces, con oxígeno para diez minutos y con potencia de luz suficiente para orientarse a través de la turbia agua del embalse. Según Yasin está especialmente diseñado para esta misión y es más que suficiente para llegar al punto donde nos recogerán.

Corremos hacia el embalse y tras un par de minutos Julian me indica con la mano que este es el sitio. Se coloca el respirador y me mira. La situación es algo surrealista ya que me parezco estar viviendo una película de 007. Me coloco también el respirador y nos sumergimos. El agua está fría, pero la adrenalina lo contrarresta. Las linternas se encienden de manera automática al contacto con el líquido y nos permiten recorrer esos cinco metros en busca de la abertura. Enseguida la vemos y nos introducimos. Sólo nos queda recorrer el pasadizo para alcanzar la libertad. Si Larry llega a tiempo debería poder seguir con el plan de escape él solo.

En el pasadizo el sonido de las sirenas no existe y sólo se oye el gluglú de las burbujas de dióxido de carbono que dejan nuestros respiradores. Pasamos cinco minutos eternos, pero de repente el túnel se acaba y salimos del agua en una especie de pozo. Nos deshacemos de los respiradores y mediante unas escaleras de mano que cuelgan y que deduzco que han puesto ahí para nuestra huida recorremos verticalmente unos 20 metros. La claridad del exterior nos permite ver perfectamente y cuando salimos nos encontramos en un alto, con un bosque a nuestro frente y la presa a nuestra espalda. Miramos atrás y vemos a alguien que parece ser Larry corriendo por donde minutos antes habíamos corrido nosotros. Le persiguen una veintena de hombres armados y las sirenas no paran de sonar. Julian y yo observamos la escena horririzados. Los hombres empiezan a descargar ráfagas de balas que atraviesan el agua como el cuchillo a la mantequilla y silban cerca de la cabeza de Larry. Le falta muy poco y si se zambulle podrá escaparse de ellos.

Sin embargo la realidad no es siempre lo que queremos. Justo cuando Larry se lanza al agua le alcanza una barrida que le da varias veces en el pecho, brotando lágrimas de sangre de los múltiples agujeros que las balas le provocan en su cuerpo. Julian emite un grito tan atroz como cuando una madre ballena pierde a su hijo a manos de unos depredadores. Las sirenas siguen sonando y el cuerpo de Larry se queda inmóvil, flotando en las inmediaciones de la orilla y dejando una estela roja a su paso. Le pego una patada a la escalera de mano con la idea de no dejar pistas, y esta cae a chocando contra las paredes del pozo. Agarro a Julian con todas mis fuerzas para sacarlo de allí y nos introducimos en el bosque que tenemos en frente para darnos de bruces con un tipo con casco y ropa de motorista. Se identifica como emisario de Yasin y nos apremia a seguirle corriendo. Llegamos a un claro donde tres motos de enduro y dos motoristas más esperan. Julian se monta de paquete en una y yo en otra. La tercera era para llevar a Larry, pero Larry ya no está.

Emisario de Yasin: ¡Esperen! ¿Dónde está su compañero? Nos indicaron que teníamos que recoger a tres.

Julian: Larry ha muerto, y probablemente lo ha hecho salvándonos a todos. Así que no vendrá nadie más, vámonos.
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Mientras nos alejamos del horror por los montes y los bosques el sonido de las sirenas se difumina y es gradualmente sustituido por los motores de cuatro tiempos de las motos de enduro. No puedo dejar de pensar en Larry. Nadie sabe si el plan ha sido fructífero y nadie ha hablado con él antes de morir. De verdad deseo que su muerte no haya sido en vano. Era mi amigo, y creo que Julian, aún con sus diferencias en el pasado, había llegado a apreciarle mucho. Su grito cuando le vio caer en la orilla del embalse aún retumba en mi cabeza.

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